lunes, 29 de octubre de 2007

Publicidad y sacrificio

Supongo que como yo, habréis visto los carteles en las marquesinas. La prevención del cáncer de mama no es ninguna tontería. Cogido a tiempo tiene muy buena solución. Todas las mujeres a partir de cierta edad o con antecedentes de riesgo, debemos hacernos mamografías de forma periódica.
La prueba en sí consiste en que te coloques en una postura imposible (rodillas flexionadas, cadera atrás, pecho adelante un brazo abajo, otro arriba, la cara hacia un lado...) mientras te colocan una teta entre dos placas metálicas y aprietan hasta que parece que se va a reventar (afortunadamente sólo lo parece); te hacen una placa, te modifican la postura para hacer otra foto en el otro sentido y repiten el proceso con la otra teta. Queda claro que no es nada agradable, pero sí es muy eficaz. Conviene pasar por ello aunque duela porque lo que está en juego es nuestra salud.


Ahora bien, pretender que pase por semejante suplicio apelando a mi abnegación y capacidad de sacrificio por los machos que forman mi familia me resulta tremendamente ofensivo. Prefiero mil anuncios de señoras desnudas para vender coches caros antes que esta humillación inconsciente. Con toda su buena intención (una más para empedrar el infierno) la Asociación Española contra el Cáncer ha resultado la mayor defensora del machismo más cutre. A la campaña de imágenes se unen tres cuñas en las que un niño se dirige a su abuela, un adolescente a su madre y un sesentón a su esposa. Los tres varones.

Las mujeres somos tan buenas (y tan estúpidas) que no somos capaces de cuidarnos por nosotras mismas, pero sí lo haremos por nuestros héroes. Las solteras, las lesbianas, las que no tengan descendencia o sólo tengan hijas... que se jodan porque sus vidas carecen de sentido.

Una campaña paralela a ésta en la que las mujeres se dirigieran a los hombres en los mismos términos para que estos se palpen la próstata habría suavizado mi indignación, pero a nadie se le ha ocurrido. ¿Por qué será?